jueves, 19 de mayo de 2011

Iceberg

Miriam era una chica normal, para su familia era una persona muy intelectual, le gustaba leer y siempre sabía mas cosas que los demás, aunque ella sabía que eso se debía a que era cabeza de ratón. Hablaba con los hombres de la familia como uno mas cuando sus mujeres se reunían para reír y contar cosas superficiales. Para ellos era una chica equilibrada, con sus bajones, sus lloros sensibleros, para ellos era mas o menos dura, centrada, tal vez, sin duda, demasiado reservada con sus cosas... era desconfiada, creían.
Era un poco graciosa, sin superar a su madre, cosa imposible. No era cariñosa en exceso pero era cercana a la gente, razonable, comprensiva, se podía hablar con ella y contarle todas tus verdades, verdades demasiado dolorosas muchas de las veces pero ella sonreía y asentía, como si fuese la cosa mas normal del mundo y lo aceptase.
Siempre había sido una niña muy buena, con cara de angelito, silenciosa y observadora, muy llorona, pero muy buena en general. Muy lista, observadora y legal. Legal, legal, eso decían siempre de ella. Legal.
Como defectos están su mal humor, su reserva, su vagancia,esos gritos cuando se enfada tan repelentes, ese carácter que... tenía un no se qué, algo que no la hacían tan buena, tan adorable como sería si todo esto no existiese. Ella nunca se enfadaba con nadie, no seriamente, tan sólo con su hermano tenía problemas, cuando ocurría algo entre ellos siempre recurrían a ella, ya que era la más razonable, la que tenía mas cabeza para poder entender las cosas y repararlas, ella era la que tenía que cambiar. Decían que su hermano la quería, que era ella la que no le quería a el, que el sólo era un niño sin cabeza y que ya se le pasaría.
En el amor nadie sabe nada de ella, le preguntaban mil veces. Nunca la habían visto llorar ni sufrir por nadie, nunca había confesado estar enamorada de nadie, no había tenido novio, nunca decía quien le gustaba, nada de nada. Su familia decía que era una chica independiente con los hombres, que ya llegaría alguien de quien enamorarse, que bah, viviese así mucho tiempo. Cuando ella decía que quería tener hijos, sus padres, inconscientemente decían:  ¿de manera artificial?......
Ella era simplemente para ellos la lista, la estatua sensible, la bohemia, la quisquillosa....

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Miriam no era una chica nada normal, nunca lo había sido y ahora tampoco pretendía serlo. Sabía mas que los demás porque leía, y leía mas que los demás porque desde muy pequeña había detestado el mundo en el que vivía, observadora como era se percataba de cada detalle, con toda su sensibilidad de niña. Leía porque no sentía amistad por nadie, porque prefería dejar atrás ese vacío interior, ese dolor que desde tan pequeña sentía, si, podría decirse que tenia una habilidad especial, mas bien, era precoz en eso, en sentir insatisfacción.
Se sentaba con los hombres de la familia porque en cierta manera, eran mas interesantes sus conversaciones, porque siempre había sido una inconformista y no le gustaba el "ellos aquí, ellas allí".
No era una chica equilibrada, sus lloros no eran sensibleros, ella sentía la pena muy dentro de si misma, siempre. Tampoco era dura, se hacía la dura. Era reservada, pero no por desconfianza.
Con sus amigos era mucho mas graciosa y abierta, siempre con los dobles sentidos para hacer reír a la gente, una payasa cuando tenía confianza, capaz de hacer tonterías como la que mas. De pequeña había sido cariñosa, pero aunque sabia que la querían mucho, nunca había recibido mucho cariño físico por parte de sus padres. Incluso ellos ahora admitían, sobre todo su padre, que había sido demasiado duro con ella siendo una niña. Tenía que comer por la fuerza, literalmente, cuando algo no le gustaba, cuando sacaba malas notas la castigaba y le decía que no servía para nada, cuando sus tías le regalaban alguna cosa tenia que esconderlo cuando el llegaba porque no quería que nadie le regalara nada a su hija, cuando preguntaba ¿por qué? no había respuesta, tan solo un "porque yo lo digo" Cuando no sabía hacer alguna actividad de matemáticas su padre perdía los nervios, ella tenía que quedarse encerrada en una habitación hasta que lo hiciese bien. Cuando sus primos lejanos se metieron con ella una vez y le tiraron piedras (cosas de la niñez) desde lejos, ella pidió a su tía abuela por favor les dijese algo, e irrazonablemente ella se enfadó y le pegó en la espalda, a ella.
Cuando su padre le decía tan tranquilamente que quería mas a su hermana que a ella sonreía, y luego cuando se quedaba sola lloraba. Cuando ella le decía a una de sus tías que no quería heredar su casa por ser sólo su madrina, que tenía seguro, otros sobrinos favoritos, su tía le decía tranquilamente que bueno, era cierto... podía ser la cuarta, la quinta... pero era su madrina, ella esperaba a quedarse sola para llorar.
Esa legalidad que ellos asumían, seguramente, como ética, no era otra cosa que un deseo casi loco por no querer dañar a nadie ni a nada.
Ese mal humor, esa aparente frialdad, esa chica imperturbable... detrás de todo eso existía una persona insegura y con baja autoestima. Nadie traspasaba ese muro que ella se había construido, tan solo sus pocas amistas sabían como era ella, y ni eso llegaba a ser cierto.
Detrás de ese mal humor se escondía una persona que no tenia amigos de pequeña, que prefería quedarse sola antes que seguir a las típicas niñas que jugaban a la cuerda, al escondite, al pilla pilla, y a esas palmaditas que tan idiota le parecía. Detrás se acurrucaba una chica que se había sentado sola durante un tiempo en clases, que en el recreo, para no parecer autista sacaba un libro y hacía como que estudiaba, una chica que cuando se abrió a ciertas personas y la veían llorar tan sólo se reían de ella. Una chica que en los primeros años de su infancia ya conocía el desamor, que veía como su mejor amiga se iba con ese chico, como su mejor amiga la dejaba sola por otros, una chica que había sido humillada también por los típicos niñatos, aunque ella tenía algo que no les dejaba ir mucho mas allá que una simple burla.
Por eso la manía hacía su hermano, tan solo eso... ver que su propio hermano le recuerda a esa época tan mala, ver que su propia sangre la llamaba idiota, imbécil, subnormal, que su propio hermano deseaba su muerte, mientras ella sentía que a pesar de todo nunca jamas dejaría que eso lo sufriera su hermano, que a pesar de todo lo protegería de todo y todos, y sin embargo el creía que su hermana era mala y cruel, una apartada social que se creía siempre con la razón y no era nadie en realidad.... toso eso la llenaba a ella de pena, y la pena se transformó en rabia, y la rabia en rencor. Pero eso nadie lo sabia. Nadie...
Y ella si se había enamorado, si sufría por amor, desde muy pequeña además.... ella lloraba y podría decirse que su mayor pena era esa, el querer y que no te quieran. Pero era tan reservada.... que nadie se daba cuenta. Miriam decía y proclamaba a los cuatro vientos que no deseaba a nadie, que prefería estar sola, que no quería a nadie, y mientras tanto ella se moría de dolor y lloraba todas las noches por no ser nunca correspondida. En el fondo si deseaba sentir el amor de alguien, quería formar una familia, no ahora ni mucho menos, sino en un futuro, si bien era cierto que no estaba muy a favor de tener una familia tradicional.
Ella era la insegura, la quejica, la insatisfecha eterna, la triste....


Ahora mismo sus gritos son lloros, su silencio es una llamada, su cara seria  es una mascara, su frialdad es timidez.... pero ninguno de ellos lo ve, por eso prefieren ignorarla y dejar que se le pase el mal humor....


~Real

martes, 17 de mayo de 2011

Pasar página

La vida es como un libro, cada persona tiene su historia. En ese libro que es la vida hay capítulos y dentro, páginas.
Algunas son aburridas, pasan una detrás de otra sin que te des cuenta, tan poca importancia tienen, poca repercusión, esas son las horas, los días que pasan volando.
En cambio de pronto te encuentras, como por sorpresa, leyendo una que tiene tanta importancia que tu mente, tu corazón y tus entrañas, a través de tus ojos y de tus manos, están sólo pendientes a cada frase, cada palabra, incluso de cada coma. En esos fragmentos encuentras historias hermosas, de esas que te llegan al alma y son tan bellas que no quieres pasar de página, sino estar ahí, toda la vida, ¿Y si acaba? pasas página y con suerte seguirá, o por desgracia, acabará. Impredecible.
Otras historias son hermosas y también terribles y desagradables, de esas que te dejan un gusto amargo en la boca y en el pensamiento, de esas que cuando llegas a la última frase te dejan con el ceño fruncido. Hermosas y desagradables dije, importantes en la historia, una mezcla de todo. Pones un marca páginas, señalando  un momento crucial. Esa sensación está ahí, pulsante, confusa ¿Se ha de pasar página? No quieres porque te ha dado tantas sensaciones, pero, en cambio, te ha cambiado sin quierer la vida para siempre, deseas pasar esa hoja porque la sensación confusa no puede, no debe estar mucho tiempo en ti, el propio cuerpo, inconscientemente lo sabe; es destructiva, moviliza, estanca. Debes pasar página, sabes que debes, que es lo mejor, que no hay mas remedio pero el miedo, ese grandísimo miedo no se va. Muchas preguntas ahogan tu mente, bella y desagradable si, ¿Y si no hay mas? ¿Nada tan terrible ni tan hermoso? Hay que seguir. Entonces un rayo de luz aclara ese cielo con nubes que es tu mente ¿Y si lo que viene luego es mejor? ¿Y si el final, o mejor aún, su camino es mejor de lo que podrías siquiera soñar?
Impredecible...


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Anoche tuve un sueño muy raro,
era el de una chica que es transformada en cisne
y necesita el amor para romper el hechizo, 
pero el príncipe se enamoró de otra [sí mismo], 
y ella se suicida...