martes, 5 de abril de 2011

La tentación

Mis ojos sin tus ojos no son ojos, que son dos hormigueros solitarios...

El camino era duro, tenia los brazos arañados y el corazón hecho jirones, pero la mente dispuesta y con un objetivo claro: subir y olvidar todo lo sucedido, la causa de su derrota y de su dolor. Nadie podría decir, ni ella misma, que se sentía triste o melancólica, lo dejado atrás no importaba. "Olvida, pasa de esas cosas que te hacen mal, hazlo y ellas te olvidarán a ti" le habían aconsejado muchas veces. Podía ser cierto, tenía que ser cierto.... lo que le habían hecho a ella era horrible, inhumano.
Staré paró durante unos segundos de subir, arrugó el ceño y recordó esos momentos en los que creía ser importante para alguien, era eso lo que mas le dolía, mas que las mentiras, los engaños.... eran los momentos inolvidables, ya decía el dicho, estos momentos que te hacen feliz serán los momentos tristes del mañana. Y cuanta razón. 
Staré comenzó a sentir como el dolor cubría su corazón, era como verse en el mar, tragándote las olas y no puedes hacer nada, tan sólo patalear y finalmente dejarse llevar hacia el fondo sin lucha alguna, esa era la tristeza que ella sentía. Y en el fondo ella sentia un profundo anhelo, en el fondo sabia que DESEABA caer de nuevo. Pues la mayoría somos criaturas egoistas, deseosas de nuestra propia felicidad ¿No era esa la razón de la existencia? ¿Ser felices? ¿A costa de todo? ¿Incluso de ti misma? Staré cerró los ojos y un destello verde la hizo estremecer.

No eran imaginaciones, delante de ella un par de ojos verdes la miraban tristemente.

- Te pierdo... no quiero perderte, te necesito... - decía la deliciosa voz.

"Esperaba tanto que me dijeras eso" pensó, pero no lo dijo, en vez de eso sonrió timidamente, entre ignorando y esperando.

- Soy un demonio, no puedo ser de otra manera, pero eres única, tú, la única, no hay ninguna como tu...

Y Staré sabía que sufriría, pero su estúpido corazón latía, y con fuerza. Sin remordimiento alguno de conciencia ella le dió la mano y sus cuerpos y sus labios se fundieron con ardor.

Su inconsciente si temía, si tenia remordimientos, y si se daba cuenta de algo importante, de que lo realmente bueno y amado por ella no podría ser suyo nunca, no de la manera en la que ella quería y esa era realmente la razón de su insensatez, de su autodestrucción y de su desdicha.

Cuando un ángel y un demonio se aman ¿Quién pierde?